Orfebrería
Limosnero (1814, Diego de Vega y Torres)
La pieza más antigua de orfebrería que conserva la Hermandad de las Angustias es un limosnero realizado en plata en 1814.
El limosnero fue un regalo del Hermano Mayor Don Cristóbal García de Paredes, que dedicó todos sus esfuerzos a recuperar el patrimonio necesario para el normal desenvolvimiento de la Hermandad tras la pérdida de casi todos sus enseres durante la invasión francesa.
El limosnero lo realizó en plata el orfebre Diego de Vega Torres y sus gastos sumaron 351,5 reales. Tiene un vástago central en forma de balaustre, que remata en un escudo cincelado con la Virgen de las Angustias por una cara y un escudo de San Agustín por la otra.
Tiene la siguiente inscripción: “DE LA HERMANDAD DE NVESA. SRA. DE LAS ANGUSTIAS QVE SE VENERA EN EL REAL COMBENTO DE SN AGVSTIN DE ESTA CIVDAD DE CORDOBA HECHA EN EL AÑO DE 1814. SIENDO SV HERMANO MAYOR DN CHRISTOBAL GARCIA”.
Vara antigua del Hermano Mayor (1815, Diego de Vega y Torres)
Un año después de realizar el limosnero, el orfebre Diego de Vega y Torres labra para la Hermandad una vara de gobierno en plata para el Hermano Mayor.
La vara pesó 33 onzas y el artista, al finiquitar el contrato, declara que ha cobrado cuatro reales menos en cada onza de plata en obsequio de la Señora. El valor final de la obra fue de 764 reales.
El mástil lleva una cenefa helicoidal muy sencilla y remata con corona real, que se añadió en 1930, y con el emblema de la Hermandad: un corazón atravesado por siete puñales y coronado por la Cruz de Soledad.
Diadema (1925, José Aumente)
Don Manuel Revuelto Nieto, una de las personas que más decididamente ha influido en la historia de la Hermandad de las Angustias y por ende de la Semana Santa cordobesa en general, decidió en 1925 donar en memoria de sus difuntos padres una diadema a la Santísima Virgen de las Angustias. Hasta ese momento la Virgen lucía habitualmente una aureola que, a tenor de los testimonios de la época, debía ser de escaso mérito.
La diadema la realizó en plata el platero Don José Aumente Barazal y fue entregada a la Cofradía el 21 de marzo de 1925. El 22 de marzo, durante la Función Principal de la Hermandad, fue bendecida e impuesta a la Virgen por Fray Inocencio Fernández, Superior de la Residencia de Córdoba.
En el año 1956 se decidió reformar la diadema añadiéndole una corona sobredorada, realizando dicha reforma los Hermanos Montero.
En el año 2009 la Junta de Gobierno que encabeza Don Antonio López de Letona y Natera decide recuperar la diadema y devolverle su aspecto original, eliminado el añadido de la corona y encargando la restauración de la pieza al reputado orfebre Don Manuel Valera.
La diadema está realizada en plata fina repujada y dorada. Está configurada por una ráfaga de rayos en forma de aureola ultrasemicircular, contorneada por una guirnalda de bullones en la que se alternan hojas trifoliadas y estrellas de rica pedrería engarzada. El conjunto lo remata una cruz de pedrería [i].
Corona de salida (1953, Rafael Peidró)
A mediados del siglo XX surge en el seno de la Hermandad el deseo de coronar a la Virgen de forma solemne. Ya en 1940 Don Manuel Revuelto Nieto expone por primera vez la idea de coronar a la Virgen y aprueba una suscripción de 5 pesetas, que encabezarían el Generalísimo y Pilar Primo de Rivera.
En 1941, reelegido Revuelto como Hermano Mayor, insiste en el proyecto de la coronación y llega a crear la Junta que se encargaría de realizar las gestiones oportunas, presidida de forma honoraria por el Ministro de la Gobernación (Sr. Galarza) y el Gobernador Civil (Sr. Vignote) y con otros ilustres miembros de honor como el Nuncio de Su Santidad. El orfebre Aumente, autor de la diadema de la Virgen, llegó a presentar un proyecto de corona, e incluso se solicitó la preceptiva autorización al Obispo de la Diócesis.
Un año después seguía el incansable Revuelto con sus gestiones y solicita al Gobernador Civil autorización para abrir una suscripción a nivel provincial, que no llegó a realizarse por dificultades de tipo legal.
Muchas dificultades debió encontrar Revuelto en su proyecto de Coronación puesto que, hasta 1947, no se realizan nuevas gestiones. El 18 de diciembre de ese año se envía al Secretario Particular del Generalísimo un oficio solicitando autorización para el acto de la Coronación, contestando el General Franco el 10 de enero de 1948 diciendo que quedaba “enterado y conforme”.
Tras la salida de Revuelto, forzada por la oposición interna a su gestión y sobre todo a la extraña intervención del Obispo, el proyecto de Coronación se detiene durante varios años y se llega a devolver las donaciones de dinero y joyas recogidas para el proyecto de corona de Aumente.
En 1950, ya con Don Amador Naz Román como Hermano Mayor, se vuelve a tratar el tema de la Coronación y se aprueba el envío a los hermanos de una carta solicitando ayuda para los gastos. En 1952 se dispone de varios proyectos para realizar la corona, siendo elegido el de Rafael Peidró, y se aprueba la organización de un festival taurino cuyos beneficios serían destinados al proyecto de la Coronación.
El esfuerzo de todos estos años, iniciado por Revuelto y culminado por Naz, cristaliza finalmente en el Pregón de la Coronación, que tuvo lugar en Radio Córdoba el 27 de febrero, y en la solemne y recordada Coronación del 1 de marzo de 1953, Fiesta de Regla de la Hermandad, en una Misa de medio Pontifical oficiada por el Obispo Fr. Albino González Menéndez-Reigada.
Fueron padrinos de la misma el Hermano Mayor D. Amador Naz Román y la Presidenta de las Damas Camareras Dª Carmen Coello de Portugal y Castillejo. Asistieron diversas autoridades, los miembros de la Hermandad y numeroso público que llenó las naves del convento para contemplar la coronación del “Sol de San Agustín”.
La corona es una obra magistral del orfebre Rafael Peidró Dueñas con diseño de Manuel Mora Valle, siendo Rafael Pedraza el encargado del engaste de las piedras. La corona es de plata en su color y sobredorada, cincelada y con pedrería, y lleva incorporados unos pendientes, un broche y una sortija de diamantes, donados por la Marquesa de la Fuensanta del Valle.
La corona fue descrita en la obra La Pasión en Córdoba de la siguiente manera: “Tiene cincho con ocho cartelas separadas por pilastras, con motivos en doble C y óvalo al centro. El cesto lleva capillas caladas con remate en macolla, flanqueadas por estípites y lucen pequeñas imágenes, ambos en plata vista: en el eje principal San Rafael y la Fuensanta, a sus flancos los cuatro evangelistas y, en el eje transversal, dos jarrones con mazos. De cada capilla surgen ocho imperiales en S, cincelados de hojarasca y volutas, que van a unirse en la cima para sostener un mundo con una cruz dorada, adornada con brillantes y una esmeralda en el crucero. La ráfaga nace del cincho en forma de dos ramas con roleos y pedúnculos, que se incurvan para enmarcar la cruz y rematan con el escudo pontificio de la hermandad. Lleva doce estrellas de plata y brillantes que salen de cartelas separadas por rayos. Cada cartela muestra al centro una flor de plata, circonitas y rubí”[ii].
Bocinas (1957, Francisco Díaz Roncero con paños de las Adoratrices)
A lo largo de la década de los 50 del siglo XX, el patrimonio de la Hermandad se incrementó con numerosas adquisiciones y donaciones.
Uno de los elementos más llamativos en su momento fueron la docena de bocinas que se estrenaron en 1957. Las bocinas, hoy con un valor puramente ornamental, recuerdan a los instrumentos que, tocados por sus portadores, advertían antiguamente del paso de las hermandades por determinados puntos.
Las bocinas de las Angustias están realizadas en metal plateado, aunque destacan más por sus paños, obra de las Madres Adoratrices, que por la labor de orfebrería. Estos paños están bordados en hilo de oro y plata fina sobre seda negra, y cuentan con flecos y borla de oro.
Cruz de guía (1958-1962, Rafael Valverde Toscano, Miguel Baena y Francisco Díaz Roncero)
En el año 1958, la Hermandad disfrutaba de una inmejorable posición económica y planeaba estrenar el Jueves Santo el nuevo paso de Castillo Ariza y una magnífica Cruz de Guía, diseñada por Don Manuel Mora Valle y realizada en madera por Don Rafael Valverde Toscano con apliques de plata de Don Miguel Baena. Finalmente la lluvia impidió la procesión y hubo de esperarse al año siguiente.
Tan solo tres años después del estreno de la Cruz de Guía, en la Junta de Gobierno del 16 de abril de 1961, se informa de que la cruz, posiblemente debido a la humedad de San Agustín, se había desarmado y sería necesaria acometer una restauración.
Gracias al generoso donativo del diestro Manuel Benítez “El Cordobés”, que ascendió a la nada despreciable cantidad de 25.000 pesetas, se arregló la Cruz de Guía cubriendo de plata la parte de madera que aun no lo estaba y ajustando el metal a la plata, trabajos que realizó el orfebre Francisco Díaz Roncero.
La Cruz de Guía está cincelada en plata de ley por ambas caras y presenta un desarrollo enorme en los extremos a modo de cantoneras[iii]. En el tondo central figura el escudo de la Cofradía y en el reverso un corazón con siete puñales y el nombre de la Hermandad.
Es un detalle curioso que, en el nombre de la Hermandad aparezca el título de “Archicofradía”, título que nunca se ostentó a pesar de haber sido utilizado en la cartelería de aquellos años.
Faroles (1964, Francisco Díaz Roncero)
En los años 60, el patrimonio de la Cofradía siguió incrementándose con numerosas piezas de plata gracias al trabajo de dos recordados artistas: Manuel Mora Valle como diseñador y Francisco Díaz Roncero como orfebre.
En la Junta de Gobierno del 7 de octubre de 1962, se acordó encargar a Díaz Roncero la realización de dos faroles de plata cincelada, bajo diseño de Mora Valle.
Gracias al mecenazgo de los marqueses de la Fuensanta del Valle, a los numerosos donativos y al buen resultado de los festivales taurinos que en aquella época organizaba la Cofradía, poco después se decidió encargar dos faroles más con el mismo diseño, así como las dalmáticas para los cuatro nazarenos que los portarían.
Finalmente los faroles fueron estrenados el Jueves Santo de 1964. Tiene un asta de cuatro tramos separados por anillos. El fanal es tronco piramidal, con cristales tallados que llevan el escudo del corazón atravesado y la cruz de soledad, y las esquinas trabajadas con roleos vegetales y dragones [iv].
Vara de Hermano Mayor (1965, Francisco Díaz Roncero)
El fecundo mecenazgo del Marqués de la Fuensanta del Valle al que se hizo referencia anteriormente, dio lugar en 1965 a la realización de una de las piezas más emblemáticas del patrimonio artístico de la Hermandad de las Angustias: la vara de Hermano Mayor.
La realización de la vara fue aprobada en 1963, corriendo el Marqués con los gastos de su confección. Francisco Díaz Roncero fue de nuevo el orfebre encargado de su realización y Manuel Mora Valle el autor del diseño.
La vara, estrenada el Jueves Santo de 1965, está realizada en plata de ley y destaca por su espectacular remate, que representa de forma inigualable la cabeza del Santísimo Cristo de las Angustias dentro de un baldaquino, rematado el conjunto por una corona real.
Según Fray Juan Dobado, “la maestría en el trabajo de la cabeza del Redentor la convierte en una de las joyas de la orfebrería cofrade actual”[v].
Mazas (1965, Francisco Díaz Roncero)
Las mazas constituyen un elemento curioso dentro del cortejo que las Angustias. Siendo utilizadas las mazas habitualmente como símbolo del poder civil, no está claro el origen de su introducción en la procesión del Jueves Santo, aunque se entiende que con las mazas se pretendió dignificar y solemnizar el desfile procesional.
Lo cierto es que en abril de 1964, la Junta de Gobierno aprueba el diseño presentado por Manuel Mora Valle para la realización de cuatro mazas en plata de ley, que se inspiran en modelos antiguos con la usual forma bulbosa, rematando el conjunto las llaves y la tiara pontificia[vi].
Como es norma en estos años, es Francisco Díaz Roncero el orfebre elegido para su confección y las mazas se estrenan, al igual que la nueva vara de Hermano Mayor, el Jueves Santo de 1965.
Varas (a partir de 1963, Francisco Díaz Roncero)
A partir de 1963, Mora Valle con la colaboración inestimable de Díaz Roncero, proceden a renovar el magnífico juego de varas de la Hermandad.
Además de la vara de Hermano Mayor, completaron el juego con varas de plata de ley rematadas con el escudo de la Cofradía.
Una de ellas, también de plata cincelada y más grande que las demás, se realizó para el representante de la Casa Real en la procesión.
Corona de camarín (1991, Francisco Díaz Roncero)
Una de las últimas piezas de importancia incorporadas al patrimonio de la Cofradía es la corona de camarín de Nuestra Señora de las Angustias.
En 1989 se encarga al orfebre de la Hermandad, Francisco Díaz Roncero, la realización de una corona en plata vieja, realizada según modelos del siglo XVII para hacerla acorde con la cronología del grupo escultórico de Juan de Mesa. El diseño corrió a cargo del pintor Don Juan Hidalgo del Moral, director artístico de la hermandad, y del propio orfebre. Es de plata blanca cincelada y muy original en su forma, debido a la contundencia del canasto cerrado[vii].
La corona fue donada por Don Enrique Bernadó Gutiérrez-Pardo, su esposa Doña Mercedes Coello de Portugal Aranda (Camarera Mayor de la Virgen en aquel momento) y su hijo Don Enrique Bernadó Coello de Portugal (que posteriormente sería Hermano Mayor de la Cofradía).
El 13 de octubre de 1991, durante el Ofertorio de la Misa con la que se conmemoraba el cuarto aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de las Angustias, fue bendecida la corona.
Ciriales (2002, Francisco Díaz Roncero)
En el año 2002 realizó el orfebre Francisco Díaz Roncero su último gran trabajo para la Hermandad de las Angustias.
Durante el mandato de Don Francisco Ruso Rodríguez se decidió la conveniencia de que el paso de Nuestra Señora de las Angustias fuera precedido por un cuerpo de acólitos. Para ello se acordó realizar cuatro ciriales, piezas que hasta ese momento no figuraban en el patrimonio de la Cofradía.
Los cuatro ciriales, realizados en plata de ley, destacan por su original estética respetando la línea marcada por el propio orfebre en piezas anteriores. Cada cirial incluye, bajo un templete, las figuras en bulto redondo de cuatro santos relacionados con la historia de la Hermandad: San Agustín, San Álvaro de Córdoba, San Pablo y San Antonio María Claret.
[i] VARIOS AUTORES: La Pasión de Córdoba (II), 1999, Ediciones Tartessos, p. 355.
[iii] DOBADO FERNÁNDEZ, Fray Juan: El Guión de las Dolorosas, 2003, Revista Alto Guadalquivir.
[iv] VARIOS AUTORES: La Pasión de Córdoba (II), 1999, Ediciones Tartessos, p. 359.
[v] DOBADO FERNÁNDEZ, Fray Juan: El Guión de las Dolorosas, 2003, Revista Alto Guadalquivir.
[vii] VARIOS AUTORES: La Pasión de Córdoba (II), 1999, Ediciones Tartessos, p. 357.